Hablar en público

Si la acción que realizan es vecinal y política, es probable que, en un momento u otro, tengan que hablar en público. La mayoría de la gente encuentra que es difícil hacer un discurso formal. La idea de tener que estar delante de un grupo de gente, incluso si éste es pequeño y conocido, puede intimidar. Siguiendo algunas normas sencillas la dificultad puede disminuir considerablemente; en este apartado veremos, brevemente, algunos de los puntos que es necesario tener presentes.

Cuenten con estar nerviosos

Todo el mundo teme hacer el ridículo en público. Todos los buenos conferenciantes están nerviosos antes de empezar aunque sepan disimularlo bien. Probablemente, lo mejor que puede hacer un conferenciante para tranquilizarse es estar bien preparado. Esto implica conocer el tema y a la audiencia, saber qué se quiere conseguir y haber ensayado varias veces el discurso.

Sean ustedes mismos

Traten de ser naturales y usen su lenguaje habitual; es muy fácil caer en la trampa de copiar el estilo de los oradores y comunicadores más conocidos. La tarea de ustedes es comunicar un mensaje y el público es sensible sobre todo a dos cualidades de los conferenciantes: el entusiasmo y la convicción de lo que se está diciendo. Es fácil perder estas cualidades si intentan imitar a los oradores «profesionales».

Conozcan el tema

El auditorio espera que conozcan la materia sobre la que hablan. Asegúrense de que lo que dicen se basa en hechos y eviten exageraciones; el público las capta en seguida y el conferenciante pierde su confianza.

Es importante mostrar a la gente que la argumentación se basa en hechos; pongan muchos ejemplos prácticos para ilustrarla.

Distingan qué clase de público tienen

Un orador debe sentir tanto interés por el auditorio como por el tema. Deben considerar las siguientes cuestiones:

¿qué sabrán las personas del público sobre el tema?

¿qué esperan escuchar?

¿por qué han venido a la conferencia?

Las respuestas a estas preguntas han de influir mucho en lo que dicen y en cómo lo dicen. Por ejemplo, si el público tiene pocos conocimientos sobre el tema, eviten el lenguaje técnico.

Determinen qué quieren conseguir

En primer lugar deben saber por qué están haciendo el discurso y qué quieren conseguir:

iniciar un debate; en este caso tienen que formular preguntas en lugar de dar respuestas.

dar información; entonces tengan a punto la que quieren suministrar.

explicar una línea de acción; asegúrense de que la explicación es realmente clara.

conseguir apoyo para alguna causa.

Decidid el contenido del discurso

Comiencen apuntando los principales temas que quieren tratar (quizá mediante una «reunión creativa»).

Después ordénenlos y eliminen todo lo que no esté directamente relacionado. Una regla de oro usada por muchos conferenciantes al escribir sus discursos es la siguiente:

1. Explicar lo que se va a decir.

2. Explicarlo

3. Explicar lo que se acaba de decir.

Los discursos han de tener un inicio, un desarrollo y un final. Comiencen haciendo la presentación e introduciendo el tema. Es necesario captar y mantener el interés y la atención del auditorio desde el inicio, un buen truco para situar el tema es explicar una anécdota o poner un ejemplo; un poco de humor puede ser adecuado para que la gente se sienta partícipe. No obstante, eviten una comedia excesiva; quieren que la gente se ría con ustedes, no de ustedes.

Cuando los asistentes tengan claro el tema que presentan, pasarán a exponer la argumentación completa. Pongan ejemplos concretos, den a conocer sus planteamientos y clarifiquen los consejos y sugerencias.

Traten de seguir una secuencia lógica en el razonamiento y dejen las cuestiones clave para el final.

Acaben con un breve resumen de los puntos esenciales y señalen al auditorio qué puede hacer frente a los problemas expuestos. Agradezcan al público su atención y a los organizadores y colaboradores su trabajo.

Sean breves y no se salgan del tema

La gente acostumbra a escuchar durante breves períodos de tiempo; generalmente, a partir de los 20 minutos pierde el interés. Eviten desviarse del tema, divagar y todo aquello que pueda provocar que el público se pierda.

Estén preparados para las preguntas

La gente querrá hacerles preguntas sobre lo que acaban de decir o manifestar su desacuerdo; estén preparados. Elaboren con antelación las respuestas a las preguntas más obvias. Recuerden que se debe dejar un tiempo suficiente para las preguntas. Si no saben responder, díganlo.

Pongan por escrito la conferencia

Pocos oradores son capaces de pronunciar un buen discurso sin tener unas notas. Las cuatro maneras fundamentales de preparar un discurso son:

Escribir todo el discurso – El problema de este método es que, normalmente, es aburrido para el público; la lectura tiende a resultar tediosa y, como el orador mira sus notas y no al auditorio, no es interesante estar atento.

Escribir el discurso y memorizarlo – Aunque sean capaces de recordarlo todo, cosa ciertamente improbable, la declamación puede ser muy monótona.

Hablar a partir de notas breves – Aquí el orador utiliza títulos para recordar las líneas esenciales del discurso. Este método es mucho más vivo que los dos anteriores. Algunos oradores escriben estos encabezamientos en pequeñas fichas del tamaño de una postal. Si utilizan este método es vital que escriban claro, con letra grande y por una sola cara. El problema de las fichas es que se pueden desordenar, sobre todo si se caen; por lo tanto, numerarlas claramente.

Hablar improvisadamente – En este caso el orador hace un discurso sin notas y aparentemente sin ninguna preparación. De hecho, muchos discursos improvisados están preparados, los oradores tienen una selección de discursos cortos, y ya dispuestos, que pueden adaptar de memoria.

Repasen y ensayen

Lean el discurso en voz alta y cronométrenlo. Además, si es posible, grábenlo. Cuando lo oigan, estén concentrados en lo que están tratando de decir: el mensaje ¿se entiende?, ¿es claro? Si no es así, revisen el discurso. Supriman lo que no sea necesario. Comprueben, también, la duración.

Cuando crean que ya está listo, pidan a un amigo que lo escuche y les dé su opinión.

El inicio

El momento más difícil de un discurso es cuando uno tiene que levantarse y pronunciar las primeras palabras. Superado este trance, todo es más fácil. Una buena solución para esta situación es respirar hondo, sonreír y decir las primeras palabras mirando a la gente del final de la sala.

Varíen el tono y hagan pausas

Existe el peligro de hablar demasiado deprisa, de forma que parezca que están intentando romper la barrera del sonido. Los expertos recomiendan decir, aproximadamente, 125 palabras por minuto pero para que un discurso sea interesante es necesario cambiar ligeramente el ritmo y hacer pausas. Una pausa puede servir para poner énfasis en un punto determinado. Cambiar el volumen y el tono de la voz ayuda a que el discurso sea más interesante, pero para ello se necesita experiencia.

Utilicen ayudas visuales

Proyectar diapositivas, escribir en una pizarra, ilustrar un planteamiento con un mapa o con transparencias, siempre y cuando todo el auditorio pueda ver lo que hacen, son maneras de romper el ritmo y de hacer que una conferencia sea más viva. Pueden ser, también, un soporte útil para los oradores sin experiencia.

Miren al público

Si están seguros de ustedes mismos, es conveniente mirar al auditorio mientras hablan. Conseguirán de una vez implicar al público en lo que están diciendo y ver si se toman bien el discurso.

Analicen la reacción

Una reacción muy habitual se produce cuando los asistentes interrumpen al orador. En ese caso se pueden hacer varias cosas:

Ignorarlos. Puede ser difícil, especialmente si hay mucha gente gritando

Prometer tratar el tema en cuestión más adelante.

Pedir a la gente que se espere hasta el turno de preguntas.

Utilizar la interrupción. Quizá para dar un punto de vista propio. No obstante, esto requiere habilidad.

Manejar las interrupciones es mucho más fácil si se tiene experiencia. Muchos oradores, como los actores, tienen una lista de réplicas adecuadas.

Si les parece que no podrán exponer todos los puntos que tenían preparados, quizá sea mejor abreviar y terminar la conferencia; intenten hacerlo con elegancia. Pueden exponer los puntos restantes como «respuestas» a preguntas del público.

Otra manera de saber cómo es acogida la conferencia consiste en observar las expresiones de la gente ¿parecen confundidos o aburridos? ¿están agitados? etc. Quizá sea necesario de nuevo terminar rápidamente lo que están diciendo o abordarlo desde otro punto de vista: cambiar el tono de voz, usar una ayuda visual, explicar con detalle alguna cosa, etc. Con la experiencia, serán capaces de «leer» el humor del público.

Vigilen las maneras

A veces el público se irrita cuando los oradores juegan, por ejemplo, con unas llaves o unas monedas, o cuando utilizan continuamente «umm…» o «err…». El mejor remedio en estos casos es ensayar y conocer el discurso.

Terminen de forma clara

Intenten acabar en un momento álgido, no dejen que el discurso decaiga. La forma más fácil es volver a exponer los puntos más importantes.

Revisen lo que han hecho

Después del acto, piensen en la intervención, pidan a sus amigos que les comenten como lo han hecho para poder mejorar las cosas la próxima vez.

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